Cada clase es un desafío, considerando que además estamos
trabajando con netbooks, para lo cual hay que estar preparado ya que deja de
ser una clase convencional. Se busca incentivar a los alumnos, buscar lo que les
gusta. Al ir transcurriendo las clases vemos de a poco lo que los atrae y para
lo cual son buenos, en clases como la de recurso hídrico, donde el trabajo
manual y libre les permite ir más allá de las palabras ellos se desenvuelven de
una manera que no lo harían si los ponemos a contestar preguntas. Entonces,
yendo por ese camino es que en la clase de contaminación del aire donde
queríamos además de brindarles un conocimiento, que se expresen ellos mismo en
la creación de un mural y que lleguen a otras personas con su mensaje, el que
desarrollaron después de conocer cómo nos afecta la contaminación, les
proporcionamos ideas, ejemplos y material. Los fuimos acompañando en cada paso,
viendo cómo trabajaban en grupo para desarrollar un cartel que expresara lo que
todos sus integrantes pretendían. Lo sorprendente fue que además de trabajar
ordenados, todos y cada uno de ellos participaba activamente, nadie quedo sin
hacer nada, incluso un alumno del que se quejan porque no trabaja fue quién
sorprendió con su desenvolvimiento. Qué mayor placer que ver eso. Todos
trabajaban unidos, mientras unos pensaban en la frase otros ya estaban buscando
las imágenes, otros buscando los materiales con que realizarlo, unos
recortando, otros pegando y todos en una dulce armonía que finalizó con
carteles espectaculares. Quedamos más que sorprendidas y satisfechas, al juntar
todos y quedar armado el mural y colocado en la pared todos se sacaban fotos,
se notaba lo orgulloso que estaban de sus producciones. Fue muy gratificante
ver a chicos de otros cursos acercarse al mural ya que como verán llama mucho
la atención a simple vista, pero no termina ahí, además de acercarse los
tocaban porque no entendían de qué estaban hechos los carteles y qué mejor
forma de enviar un mensaje que cuando es expresado en un cartel del que nadie puede
dejar de mirar.
Diana Leiva